jueves, 23 de octubre de 2014

La ‘condenada’ televisión

Por: Jennifer Murcia

El 13 de junio de 1954 llegó la televisión a Colombia, y la primera emisión duro 3 horas y 45 minutos. Para unos se trató de un avance tecnológico y social en el país, trayendo a nosotros un invento fantástico, un nuevo y prodigioso portal a otras culturas, y hasta otros mundos, un medio con miles de posibilidades; sin embargo, otros no tardaron en pronunciarse y alzar al aire sus críticas contra esa tonta e inútil caja.

En promedio el 98% de la población colombiana tiene un televisor en su casa y el 84,4% cuenta con acceso al servicio de televisión paga. Pero ¿Qué es lo que motiva a un colombiano a llegar de su trabajo, colegio, universidad y sentarse en la sala para perder o invertir su tiempo frente a una caja que transmite producciones nacionales o internacionales?
Por ponerlo de esta forma, si una persona se ‘pegara’ al televisor de lunes a viernes en el horario Prime Time, que va de 8:00 – 11:30pm, destinaria 3 horas y media al día, que se convertirían en 70 horas al mes, significando el 14,5% total de su vida viendo televisión. Mientras que en promedio un lector gasta 1 hora y 25 minutos para terminar un libro de 100 páginas, lo que se traduciría en 70 horas al mes y 56 libros de 100 páginas. Pero cada cual invierte su tiempo en su futuro éxito o futura conformidad con lo que tiene y quisiera de los demás. Cada cual se condena o se libera a su manera.
Infografía tomada de: Terra.com


La televisión colombiana ha tenido grandes éxitos a nivel mundial por la calidad de sus producciones en series y telenovelas. “Betty la fea”, “Pedro el escamoso”, son recordadas en todo el mundo por la originalidad de sus historias. Sin embargo, de un tiempo para acá los eventos deportivos, telenovelas y realitis son los que cuentan con el mayor rating. Ahora, las historias cursis y melodramáticas se quedaron en recuerdos para darle paso al narcotráfico, prostitución, corrupción, pandillerismo, entre otros temas que ahora ocupan el Prime Time colombiano.

La diversidad de novelas se perdió, Caracol y RCN, ahora se ‘esfuerzan’ por darle un espacio en su programación a historias que dicen ser basadas en hechos reales, que en muchos casos incentivan el morbo de la audiencia por la violencia y el sexo. Sin embargo, la culpa es nuestra ¿Por qué? Porque la televisión cultural y educativa la consideramos aburrida, y los que tienen la posibilidad prefieren ‘canalear’ en programas internacionales o navegar en internet en busca de otras cosas para su entretenimiento, mientras el rating sigue subiendo en este tipo de producciones, pidiendo de manera constante más de eso, sin inventar nuevas historias para nuestro país que nos alejen de la trillada referencia de ‘narco país’.

El autor teatral Jaime de Armiñán miraba a la sociedad cuando decía que “la televisión no es culpable de nada. Es un espejo en el que nos miramos todos, y al mirarnos nos reflejamos”. Y es que la televisión tiene doble uso, por una parte informa y acerca más hacia otras culturas, otros puntos de vista y nuevos conocimientos; pero también puede cerrar la mente, y encaminar los pensamientos a cosas que no permiten un progreso. Por esto debe ser vista con criterio, utilizar mecanismos para opinar y decidir sobre lo que se muestra en las distintas programaciones. Y en últimas, si nada de esto funciona tomar la decisión de apagar la televisión, puede encaminarlo a otras y tal vez mejores formas de entretención y obtención de información. Dejar de condenar y empezar a actuar, puede respresentar la primera solución del problema.