Por: Jennifer
Murcia
El
debate de pesos pesados dejó con mal sabor a más de uno. La sesión en el
Capitolio inició a las 9:50 de la mañana, teniendo como protagonistas centrales
a los senadores Iván Cepeda y Álvaro Uribe. Se enfrentaron dos víctimas del
conflicto en un tema que es de extrema sensibilidad para ambos: El
paramilitarismo.
El
asesinato de los padres de estos dos dirigentes políticos por parte de grupos subversivos
aún no ha cicatrizado, así lo dijo el senador Roy Barreras, “no han encontrado
el bálsamo de la verdad”. Uribe y Cepeda fueron las estrellas que relumbraron
en uno de los debates más comentados y con extrema polaridad que se hayan
presenciado en el escenario del Congreso, reabriendo heridas profundas en los
colombianos con el tema de los grupos paramilitares y la estrategia que han
utilizado para sobrevivir dentro del país.
El
senador del Polo Democrático, desde marzo comenzó su plan para demostrar
cualquier tipo de vínculo del expresidente Uribe con el paramilitarismo, y ante
el Capitolio presentó pruebas, que a su juicio, demuestran que el senador del
Centro Democrático fue el fundador de la estrategia paramilitar en Colombia.
Sin embargo, Uribe a los pocos minutos del inicio de la jornada decidió
levantarse e irse absolutamente indignado por el debate “ilegal” que intentaba “difamarlo”
y al cual, hace más de un mes, cuando Iván Cepeda propuso hacerlo, fue el único
senador del partido que votó a favor.
Saliendo “como todo un campeón” por la puerta de atrás,
Uribe anunció que se dirigía a la Corte Suprema de Justicia para denunciar a
Cepeda por difamarlo en el debate, en actuaciones asistidas, según él, “por las
Farc, Telesur y Canal Capital”. Mientras transcurría esto, Cepeda ante el
Senado desplegaba sus denuncias sobre el presunto vínculo de los grupos paramilitares
y el expresidente Uribe, en más de 4 capítulos.
Dentro
de las acusaciones que presentó Iván Cepeda están las licencias que el
expresidente concedió a pilotos de narcotraficantes para extender su mercado,
mientras era director de la Aeronáutica Civil, la actitud potenciadora de Uribe
con la actividad criminal en Antioquia cuando fue gobernador entre 1995 y 1997,
la fomentación de las convivir, entre otras. Para sustentar estas acusaciones Cepeda
recurrió a extensos documentos como declaraciones de antiguos jefes de las AUC,
como Salvadore Mancuso, quien afirmó haberse reunido con Uribe en más de una ocasión.
Además recordó que hay ocho sentencias judiciales que persiguen a Uribe con
relación a la creación de grupos paramilitares.
Cuando
Uribe quiso regresar y dar la cara, lo hizo para hacer una pequeña intervención
de una hora y 20 minutos, que como de costumbre, utilizó para descalificar a
los testigos y lanzar acusaciones a diestra y siniestra, pretendiendo limpiar
sus manos. Aseguró que tal debate se levantó en su contra como parte de un “complot”
de la guerrilla que está patrocinado por el Gobierno del actual presidente,
Juan Manuel Santos.
El
parlamento ahora está más dividido que de costumbre y las fracturas resaltan en
el partido del Centro Democrático. Uribe sabía que le iba a “correr pierna
arriba” en su nuevo rol de senador. Ahora, las autoridades judiciales deberán ser
las que evalúen las pruebas, responsabilidades e intervenciones de cada uno de
los protagonistas en el polémico debate, que deja en duda o en claro, a más de
uno el irrespeto y “poder” que maneja Álvaro Uribe en el Congreso, y en los
temas “que no deben ser nombrados”.
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